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No hay duda de que estamos viviendo tiempos interesantes, además de difíciles. Tiempos que han modificado drásticamente la forma en la que vivimos, nos relacionamos y trabajamos. La conectividad ha pasado a primer término
La irrupción del coronavirus en nuestras vidas nos obligó a aislarnos de forma radical, a trabajar desde casa (la implantación del teletrabajo creció del 5 a un 34 por ciento en tres meses), a formarnos online, comprar en remoto o sustituir nuestras quedadas con amigos por encuentros virtuales.
Empezamos a activar las cámaras y nos convertimos en grandes usuarios de la videoconferencia. Nos hemos tenido que poner las pilas con la digitalización porque eso nos permitía ser más cercanos.
La conectividad, columna vertebral de nuestra sociedad
La conectividad se ha convertido en nuestra gran aliada, en la columna vertebral de la sociedad. Si antes de la pandemia parecía que nos separaba y nos obligábamos a apartar los móviles cuando cenábamos en familia o con amigos y en el entorno laboral se hacía necesaria la desconexión digital, ahora la tecnología se ha revelado más humana que nunca. No en vano, las llamadas por teléfono y las videoconferencias han llegado a duplicarse.
España, a la cabeza de fibra hasta el hogar en Europa
Pero para que por las redes haya podido circular la vida durante la pandemia -como señalaba Jose María Álvarez-Pallete- ha sido clave tener una conectividad de calidad. En España hemos tenido esa capacidad de reacción porque nuestro país tiene una de las mejores redes de fibra de toda Europa. Según el Consejo Europeo de FTTH, en su informe de 2019, España ocupa el tercer puesto en el ranking de despliegue de accesos FTTH en el Viejo Continente y es segunda en cantidad de suscriptores.
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Pero lo más destacable, y en lo que España se diferencia del resto de países europeos, es en que nuestra propuesta de valor de conectividad se basa en fibra hasta el hogar, que es la mejor opción. El cien por cien de las suscripciones son de FTTH y no de FFTB (en este caso la fibra llega solo hasta el edificio, y la última milla hasta el hogar se mantiene con la solución ya existente, cobre por ejemplo).
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Suecia, por ejemplo, aparece en tercer lugar en el ranking, pero su tasa de penetración contabiliza también las suscripciones FTTB. Bielorrusia,tiene también una tasa de penetración mayor pero la cantidad de hogares migrados a fibra es prácticamente la mitad que la de España.
Desde 2018 España ha incrementado su índice de penetración del 44 al 54.3 por ciento: un 10 por ciento de crecimiento frente a la media europea que se sitúa en un 3 por ciento. Cuando el próximo mes de diciembre se celebre el consejo europeo de FTTH de este año (que se debería haber realizado en abril) tendremos datos actualizados, pero ya hemos podido constatar la potencia de las redes de fibra en España y cómo esta apuesta nos ha permitido reaccionar rápidamente ante la pandemia.
Red Fusión de Telefónica
Para ofrecer la mejor red de fibra residencial y empresarial, Telefónica ha invertido en su proyecto de Red Fusión, una red diseñada con una arquitectura redundante y de alta disponibilidad pero, al mismo tiempo, simplificada. Esto permite mayor velocidad y menores latencias y puntos de fallo. Se trata de una única red para particulares, pymes y grandes empresas capaz de soportar incrementos de tráfico del 40 por ciento cada dos años. De hecho, debido al COVID-19, el tráfico creció en un mes lo que debería haberlo hecho en todo el año y la red lo ha soportado sin problema.
flexWAN: ventajas de una red virtual sobre la mejor red física
La propuesta de Telefónica continua con flexWAN. Con ella construye sobre la mejor red física otra virtual que ofrece servicios de valor añadido, al aumentar la visibilidad, la redundancia, el control y la seguridad de la red para las empresas. Y la pandemia ha dejado patente también que es así. Con el auge del teletrabajo y el acceso externo de los empleados a a los recursos corporativos, las compañías necesitan disponer de anchos de banda dedicados para garantizar una buena experiencia. Y, lo que es más importante, necesitan mecanismos que les permitan visibilidad sobre cómo se está consumiendo esa conectividad, qué anchos de banda y aplicaciones se están utilizando y poder aplicar políticas de seguridad para actuar cuando sea necesario.
Robustez y calidad de la conectividad: back to basic
En los últimos años la conectividad ha vivido una etapa de invisibilidad o, mejor dicho, no ha tenido todo el protragonismo que se merece, se ha visto como una commodity. El coronavirus ha mostrado el error de ese planteamiento y su verdadera importancia. A mí me gusta pensar que la conectividad es como el aire: no se ve ni se siente pero es imprescindible.
Sin duda estamos viviendo tiempos interesantes. Muchas cosas están cambiando muy rápido y serán distintas ya para siempre Pero, a la vez, ha supuesto un “back to basic”, ha devuelto la importancia a la robustez y la calidad de la conectividad al centro de la escena. Ya sabéis: primero la conectividad y luego todo lo demás.
Imagen: Mohsen Dastjerdi Zade
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