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«La verdadera innovación no sale en las portadas»

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No hace mucho leí que “La verdadera innovación no sale en las portadas, ocupa las páginas interiores”. Lamentablemente no recuerdo la fuente. Es importante que entendamos lo que supone porque el mensaje subyacente es más profundo de lo que parece.

Quizá estés familiarizados con la metodología  del Hype cycle de Gartner  (el llamado “ciclo de sobreexpectación”). Esta curva asume que todas las tecnologías e innovaciones pasan por diversas fases antes de ser realmente aplicadas, convertirse en ubicuas y generar un impacto extensivo en el entorno.

Se pueden encontrar diversas curvas y aproximaciones equivalentes a la de Gartner pero, en esencia, todas dicen algo parecido. Y es que desde la posibilidad técnica de una solución hasta su adopción de forma masiva en un sector o segmento de clientes tienen que pasar muchas cosas.

En este artículo voy a exponer una propuesta propia de fases, algo más desenfadada que las de las grandes consultoras.

Fase de las portadas

Denomino así a la primera fase, en honor al contribuidor anónimo que ha inspirado este post. Esta fase se produce curiosamente en los medios de comunicación masivos, dirigidos al gran público, precisamente el segmento que más tardará en poder beneficiarse de lo que se está anunciando.

La fase de las portadas no tiene ninguna repercusión en el usuario o empresa de a pie, salvo las posibles conversaciones en torno a unas cervezas (o una mesa de Consejo), donde los participantes muestran a los demás lo actualizados que se encuentran en estos temas. Esta fase no es para usuarios finales, salvo aquellos a los que les gusta conocer las últimas tendencias.

La tecnología como promesa

Se trata de una fase para las empresas de tecnología, los inversores, las instituciones y también para los responsables de publicidad y marketing. Se producen pilotos de todo tipo, cuyo fin es generar una portada o nota de prensa, y quizá ayudar a ir dando forma a la tecnología. El mayor objetivo de esta fase es la generación de entusiasmo, la sensación de disrupción, de «nuevo amanecer». Se exageran los beneficios y se da por hecho que la implantación será impecable y sencilla.

Fase del purgatorio o de pilotos

Para denominarla me he inspirado en un informe de McKinsey sobre IoT. Tras esa primera fase de fuegos artificiales comienza otra, aún exploratoria, pero con algo más de sustancia y realismo. En ella se multiplican los pilotos -muchos de ellos aún con un fin mediático y algunos otros, cada vez más, con el objetivo de tantear el terreno para la implantación del uso de la tecnología en el día a día. Las empresas y usuarios reales se empiezan a enfrentar entonces con la dura realidad: integrar en sus procesos y estructuras actuales los avances tecnológicos que les permitirán transformar sus negocios.

Hora de “meterse en el barro”

En esta fase aparecen nuevos perfiles. Los principales protagonistas son los integradores, los ingenieros, los implementadores: profesionales cuya mayor capacidad es ‘meterse en el barro’. Deben conseguir que las ideas pasen de los laboratorios a las empresas, de las demos ‘cogidas con pinzas’ en ferias y eventos a escenarios en los que puedan usarse sin sobresaltos. Se trata de  convencer a personas que no tienen ningún interés en la tecnología en sí misma, sino en su negocio del día a día.

Desde mi punto de vista, es la fase más apasionante: los casos de uso van tomando forma. Pero también es la fase de los problemas reales e inesperados, la fase de las penurias: el purgatorio que se debe pasar para llegar a la siguiente pantalla.

Momento de afrontar y resolver problemas de todo tipo

Representa el momento de afrontar y resolver los problemas para la integración de lo nuevo con los sistemas existentes (en general obsoletos), problemas de interoperabilidad entre fabricantes, problemas para la custodia de los datos generados, problemas con la ciberseguridad… Problemas con la cultura de la compañía y el cambio de los procesos, con el reskilling de los equipos y las luchas de poder en la organización frente al nuevo equilibrio de responsabilidades tras los cambios. Problemas con las fases transitorias, con el retorno de la inversión, con la rentabilidad, con los plazos. Real y verdaderamente apasionante. Palabra de ingeniero.

Se muestra la cara bonita

Sobre esta “fase del purgatorio” no suele haber portadas, salvo aquellos casos en los que, afortunadamente, algunas empresas implantan con éxito los nuevos procesos y tecnologías. Muestran entonces al mundo sus mejoras en eficiencia, en productividad, en tiempos de entrega, en ventas y en satisfacción de usuario.

En ese caso ocurre como en los programas del tipo “Españoles por el mundo”, en los que solo salen los que tienen una vida fantástica fuera de España. Los números que se anuncian en esas noticias siempre son positivos. Pero en este momento aún no es aún fácil replicar el modelo. Las empresas que ilustran los casos de éxito pueden haberlo conseguido por cultura, destreza o simplemente por azar. Que ellas hayan logrado hacer una implantación rápida y sencilla no quiere decir que sea ubicua ni escalable.

Problemas operativos y organizativos, en la mayoría de los casos

Como la mayoría de los informes señalan, estos casos son la punta del iceberg. La otra cara es que son numerosos los pilotos que se abandonan, las tecnologías que se instalan y no alcanzan los objetivos previstos o, simplemente, los casos en los que se necesita más tiempo para llegar al momento dulce de uso de la tecnología. Los mismos informes apuntan que la mayoría de los problemas no son tecnológicos sino operativos y organizativos.

Afortunadamente muchas empresas salen de ese abismo de la desilusión y, lo que es más importante, aquellas cuyo negocio nuclear es la tecnología consiguen adquirir las habilidades necesarias, detectar los puntos críticos de la implantación e industrializar y sistematizar, dentro de lo posible, los procesos de implantación de la tecnología.

Se atribuye al Premio Nobel de Física Niels Bohr la frase “Un experto es una persona que ha cometido todos los errores que se pueden cometer en un determinado campo”. Pues bien, es en la fase del purgatorio en la que los integradores, proveedores de tecnología y profesionales de las empresas usuarias se convierten en expertos.

Fase de las estadísticas

Es la tercera y última fase de esta peculiar clasificación. Es muy fácil detectar el cambio de la fase anterior a esta otra. Son tantos los pilotos exitosos y los casos implantados que dejan de enumerarse de forma unitaria para convertirse en estadísticas del sector o de la tecnología.

Llegados a este punto, los distintos agentes han conseguido un grado de industrialización suficiente para que el purgatorio de los pilotos sea corto o incluso inexistente. Los fabricantes han ajustado sus productos tanto funcionalmente como en cuanto a modelo de negocio. Los integradores disponen de procesos y personal experto para afrontar los proyectos. Las empresas tienen multitud de ejemplos de cómo la tecnología puede ayudarlas.

Las organizaciones son entonces menos resistentes al cambio porque los empleados ven que el entorno está cambiando en esa dirección. Hay que dar menos explicaciones. No hay terreno inexplorado, otros lo han recorrido previamente e incluso existen ya mapas y sistemas de guiado para alcanzar con éxito el destino.

Un ejercicio interesante

Se podrían poner muchos ejemplos de estas fases en diversas tecnologías. Por ejemplo, ya totalmente asentadas, como cloud, en fases intermedias como IoT o más prospectivas con el metaverso. Quizá un ejemplo muy gráfico sea el del uso de las tecnologías de comunicaciones móviles para IoT. En 2018 y con 5G en una fase incipiente ya se empezó a hablar de 6G. Lo cierto ese año era que muchos de los casos de uso reales se implementaban con tecnologías 4G (como NB-IoT pero muchos clientes se planteaban ese tipo de casos de uso por el hype creado por las nuevas generaciones de comunicaciones móviles.

Os recomiendo, como pasatiempo entretenido, hacer el ejercicio de distinguir la fase en la que se encuentra una tecnología según el tipo de noticias (o ausencia de ellas) que encontréis. Así, uno luego podrá decidir si quiere ser inversor, early adopter, implementador, usuario, resistente al cambio o cualquier otro rol según la información filtrada.

Imagen: Jeff Eaton

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