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Con frecuencia se asocia innovación a digitalización pero el hombre ha innovado desde el principio de los tiempos. Si no lo hubiera hecho, todavía estaríamos cortando la carne con bifaces de sílex. Ahora bien,¿son todas las personas capaces de innovar? Antonio de Nebrija lo fue, sin duda.
Los tres ingredientes de una mente innovadora
Todos tenemos la capacidad, pero la neurociencia ha demostrado que la innovación solo se produce cuando se cultivan estos tres ingredientes:
- Curiosidad. Una curiosidad infinita por casi todo lleva a saltar de un tema a otro y permite encontrar pistas e ideas extrapolables entre distintos campo de trabajo.
- Rebeldía. El “¿y por qué no?” nos empuja a salir de “lo que aún sigue valiendo” para buscar incansablemente nuevas maneras de hacer las cosas. La rebeldía conlleva una energía que nos hace no parar de buscar y también nos empuja a conseguir la comprensión y eventualmente la ayuda de otros, “convenciéndolos” de por qué y cómo se pueden hacer las cosas aún mejor.
- Acción. Es necesario probar con hechos lo que creemos que será una buena idea. Si no, resulta imposible valorar el impacto de lo que proponemos. La innovación necesita de reacciones, cuantas más mejor. Es imprescindible no desfallecer en la acción constante de probar, equivocarse, rehacer e intentarlo de nuevo para convertir una idea en algo realmente al servicio de los demás.
La innovación también pasa por las Humanidades
Fijémonos en una figura excepcional: un español de quien este año se conmemora el V centenario de su fallecimiento: Elio Antonio de Nebrija. Aunque ha pasado a la historia por ser el autor de la primera gramática de la lengua española, fue una persona a la que interesaba casi todo. Su obra abordó campos como la cosmología, la medicina, el derecho y la pedagogía. Era tan rebelde que algunos lo tachaban de soberbio y su constancia hizo que su actividad profesional se extendiera durante más de medio siglo.
A estas cualidades hay que sumar sus ansias de contribuir a crear un mundo mejor (uno no hace una gramática o un diccionario para sí mismo). Es famoso el prólogo de su gramática, en el que, además de una dedicatoria a la reina Isabel, expresa sus motivos para reglamentar el castellano. Y, al revisitar su obra, es admirable el enorme partido que sacó de los medios de los que disponía (se le recuerda por instalar la primera imprenta de Salamanca).
Los medios de los que disponemos hoy en día están a años luz de aquellos. Algunos incluso vivimos “abrumados” por tanta tecnología. Asociamos de manera automática, como decía al comienzo de este artículo, digitalización con innovación y confiamos peligrosamente en que una cosa lleve a la otra. Además, al mismo tiempo, son muchos los que se sienten un tanto fuera de juego al pensar que es imprescindible ser ingeniero o tecnólogo para poder innovar. Pero nada más lejos de la realidad.
La tecnología, al servicio de nuestra mente creativa
Pero las herramientas sirven para “extender” nuestras capacidades, la tecnología per se no nos anima a emprender ningún viaje. Saber que una compañía aérea abre una nueva ruta a Pekín no hará que visitemos China si no hay una atracción previa por este país. Del mismo modo que si existe ese interés tampoco debería hacernos desistir la “lejanía”. Como el hecho de no saber pilotar un avión o carecer de conocimientos de aeronáutica no nos impide embarcarnos en un avión si así lo deseamos o hay necesidad.
Curiosidad, rebeldía y acción, amplificadas
En la actualidad el reto es, sin duda, aprender a poner la tecnología al servicio de nuestra “mente creativa”, servirnos de ella para desarrollar esa creatividad. Y voy a recordar sus ingredientes clave: curiosidad, rebeldía y acción, para mostrar en qué momento con tanto potencial estamos.
- Para saciar nuestra curiosidad, podemos conectar, a través de Internet, con cualquier persona, acceder a cantidades ingentes de información o “visitar digitalmente” cualquier biblioteca o museo del mundo… Y, gracias a 5G, cada vez de forma más inmediata. Tenemos el mundo en tiempo real en nuestros smartphones. Incluso podemos interactuar a distancia con máquinas y dispositivos gracias al Internet de las cosas (IoT)
- Para elevar el tono de nuestra rebeldía y del “¿y por qué no?” existen aplicaciones profesionales que, gracias a cloud computing, llegan a casi todos. ¿Quién no puede editar un video o grabar un audio con calidad profesional? Nunca fue tan fácil lanzar un mensaje al mundo o montar una campaña de recogida de fondos (xxx). ¿Y qué decir de las posibilidades de trabajar en equipo? contamos con herramientas de colaboración y entornos de trabajo y educación digitales que hacen fácil e intuitivo el trabajo remoto y la educación a distancia. ¡Casi nada!
- Y la tecnología facilita, además, lo de pasar a la acción. Es posible adquirir productos o servicios en cualquier parte del mundo gracias al eCommerce. Podemos “fabricar” casi cualquier cosa a un coste razonable apoyándonos en la impresión 3D. Y “simular” entornos y experiencias sin más limite que nuestra imaginación, gracias a la realidad extendida, virtual y aumentada.
Pero no solo lo tenemos fácil para hacer, es que lo tenemos “chupado” para analizar y medir, para ver “por dónde vamos”, ajustar la ruta y descartar bifurcaciones que nos hagan caminar en círculos. Contamos con la ayuda de big data y la inteligencia artificial para ayudarnos a extraer patrones y conocimiento de montañas de datos. Esto “abarata” el error y aligera el proceso.
La actitud marca la diferencia
Tenemos, en definitiva, las herramientas más poderosas de la historia. Pero si algo he aprendido en treinta años de trayectoria profesional introduciendo la tecnología para mejorar la eficiencia de las organizaciones, es que ninguna herramienta, por potente que sea, garantiza el ´éxito. Son siempre las actitudes con las que nos acercamos a ellas las que ponen en juego nuestra mente creativa o no.
Por ello, mi recomendación es buscar siempre el equilibrio entre el uso de la tecnología y el desarrollo de nuestra mentalidad.
- Hay que desterrar perjuicios y miedos en relación con la tecnología. Es importante dejar de lado el “siempre lo he hecho así” o “ me apaño con lo que tengo” para abrirnos a explorar nuevas metodologías y herramientas.
- Es necesario trabajar proactivamente para despertar en nosotros mismos y en quienes nos rodean los “ingredientes” de la mente creativa (curiosidad, rebeldía y acción). Se consigue aprendiendo de todo y de todos, colaborando y cocreando, buscando sin descanso referentes e inspiración y trabajando para tratar de mejora la vida de los demás.
El MOOC de MiriadaX “Antonio Nebrija, apología del saber”
Y, hablando de referentes, os invito a redescubrir y a conectar con la personalidad de Elio Antonio Nebrija, a quien ya he mencionado.
Se trata de un personaje único, con una mentalidad innovadora y curiosa como pocas (nunca se circunscribió a la filología de la lengua castellana ni a su naturaleza como lingüista, lexicógrafo o traductor).
Fue rebelde hasta el súmmum – tuvo que llegar a vérselas con la Inquisición, de la que se salvó gracias a lo que hoy llamaríamos su “red de colaboradores”, entre los que se encontraban el Cardenal Cisneros y la propia reina Isabel la Católica).
Tremendamente activo, se prodigó como docente, poeta, historiador, cronista real, impresor y editor.
Que creyera en las personas sin cortapisas ayudó a su hija a convertirse en una de las primeras mujeres que impartió clase en una universidad en España. Y es que, a pesar de que tuvo seis hijos varones, fue Francesca, su única hija, a quien él formó y alentó) la que lo sustituyó en la cátedra de retórica que él ocupaba en la Universidad de Alcalá.
¿Os imagináis adónde hubiera llegado Nebrija con los medios actuales?
Para mí ha sido un honor participar en el MOOC “Antonio Nebrija, apología del saber” junto con figuras de la talla de Luis García Montero, Lola Pons o Iñaki Gabilondo. Podéis disfrutar de este curso gratuito en la plataforma MiríadaX, de Telefónica, hasta el 27 de octubre.
Creed en vosotros y en los demás. Sigamos la estela de Nebrija para poner, entre todos, el enorme potencial de la tecnología que tenemos a nuestro alcance al servicio de un mundo mejor.,
Imagen: Giorgio Muratone
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