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Por fin el primer verano sin restricciones tras el COVID-19. Todos queremos salir de vacaciones después de dos años sin poder viajar con total libertad. Han vuelto las fiestas populares, los conciertos, los eventos deportivos… El devenir popular es de festividad y celebración. ¿Panem e circenses?
No quiero ser aguafiestas pero quizá todo esto no sea más que un espejismo estival. La realidad es que nos enfrentamos a grandes desafíos. Al 84 por ciento de los expertos consultados por el Foro Económico Mundial a través de la encuesta de Percepción de Riesgos Globales (Global Risks Perception Survey, GRPS) le preocupa el futuro. En el horizonte asoman peligros de diferente naturaleza que, conjuntamente, podrían provocar una tormenta perfecta.
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Cartel de la película “La tormenta perfecta” Wolfgang Petersen 2000
Lejos de caer en el alarmismo, la intención de este post es analizar cuáles son dichos riesgos y el papel que puede desempeñar la tecnología para alejarnos del ojo del huracán.
Riesgos sociales. Las cicatrices del COVID-19
Aunque queramos pensar que todo ha terminado, el virus sigue entre nosotros. A las puertas del verano, los casos se han disparado en toda Europa. Y en los 52 países más pobres del mundo solo el 6 por ciento de la población está vacunada, lo que constituye el caldo de cultivo para la proliferación de nuevas variantes. La desigualdad en los niveles de vacunación provoca una erosión de la cohesión social, vivimos en un mundo cada vez más dividido y polarizado. El Foro Económico Mundial estima que el COVID-19 supondrá que 51 millones de personas más vivan en situación de pobreza extrema.
Riesgos económicos. Crisis de la deuda y estanflación
Para contrarrestar el parón económico provocado por la pandemia, los gobiernos aumentaron su deuda para preservar el empleo y la actividad empresarial. En 2020 la deuda pública, comparada con el PIB mundial, creció hasta el 97 por ciento.
Por otro lado, las tensiones en las cadenas de suministro y el conflicto en Ucrania han llevado la inflación a niveles que no se veían desde hace décadas. Y, para combatirla, los bancos centrales están aumentando el precio del dinero, lo que a su vez provoca que los países tengan que pagar más intereses para financiar su deuda. Se avecina, por tanto, una crisis de deuda. Y todo ello sin olvidar el fantasma de la estanflación o estancamiento económico. Así lo recoge la encuesta de Percepción de Riesgos Globales.
Riesgos medioambientales. El planeta no puede esperar
El cambio climático se está manifestando en forma de sequías, incendios, inundaciones, escasez de recursos y pérdida de especies. Según el Foro Económico Mundial en 2020 varias ciudades del mundo experimentaron temperaturas extremas, como Madrid con un récord de 42,7° C. Esta misma semana estamos sufriendo una nueva ola de calor.
El organismo internacional menciona el clima extremo, el fracaso de la acción climática y la pérdida de biodiversidad como los tres riesgos más importantes de la próxima década. La sociedad está perdiendo la fe en la lucha contra el cambio climático. Sobre todo cuando la guerra en Ucrania hace presagiar un retorno al carbón, como alternativa al petróleo y al gas natural como combustibles para producir energía eléctrica. La innovación aquí será clave.
La digitalización verde, una urgencia
Una agricultura, industria o logística iteligente y, por tanto, más eficientes, necesitan de las TIC.
Y la digitalización solo puede ser verde. La fibra y 5G llevan la sostenibilidad en su ADN.
Y no olvidemos la contribución de soluciones de big data, inteligencia artificial o blockchain, entre otras, a muchos de los desafíos de la sociedad actual.
Riesgos geopolíticos. Las rivalidades aumentan
El conflicto en Ucrania está induciendo una polarización mundial y una vuelta a la “Guerra Fría”. Los expertos consultados en la encuesta GRPS creen que las confrontaciones geoeconómicas serán una amenaza crítica para el mundo a medio y largo plazo. La humanidad se enfrenta a los riesgos de la fragmentación económica y planetaria.
Riesgos tecnológicos. Falta de conectividad y de ciberseguridad
En el mundo, todavía hay 3 mil millones de personas sin conexión. La «brecha digital» es otra amenaza inminente para el planeta. Durante la pandemia, mientras que las economías más avanzadas pudieron acceder rápidamente a las «tecnologías en la nube» y dotar a los empleados de herramientas que posibilitaron el teletrabajo, el eCommerce, recurrir a la educación digital o la eSalud, se acentuaron las diferencias con aquellos países menos desarrollados que no pudieron adaptarse de igual forma.
Además, con el desembarco de urgencia al mundo digital llego la vulnerabilidad. En 2020, los ataques de malware y ransomware se incrementaron un 358 y 435 por ciento respectivamente. Los expertos consultados por el GRPS creen que la ciberseguridad continuará poniendo a prueba al mundo durante los próximos años. Resulta cada vez más vital porque afecta a todos los ámbitos de una sociedad progresivamente cada vez más conectada a la red.
El propósito humano y las TIC como aliadas
Sin duda, una reflexión profunda sobre el presente es la mejor manera de anticiparse al futuro y sus riesgos. La encuesta de Percepción de Riesgos Globales es una contribución para ese primer paso. Pero, además, como venimos viendo en el blog y a lo largo de este artículo, la tecnología es una aliada necesaria en este complicado escenario.
Las empresas, y no solo las de mayor tamaño, deben incluir la digitalización en sus planes estratégicos y de contingencia por todo lo que posibilita (automatización de procesos, migración a la nube de los datos y las cargas de trabajo, transformación de las inversiones (CAPEX) en modelos de pago por uso (OPEX)…) También la Administración debe darse prisa en su transformación digital para estar lo mejor preparada posible para capear el temporal.
Además, en tiempos de incertidumbre un socio tecnológico de confianza, como Telefónica Empresas, es un valor seguro.
Imagen: Eduardo Francisco Vázquez
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