“Lo contrario de divertido no es serio, sino aburrido.” Hace años que vi este mensaje en el despacho de una directiva y me encantó, porque cuando uno tiende a usar el sentido del humor siempre tiene miedo de que lo consideren poco serio. En muchas culturas organizativas (y formas de ser personales) se asocia el humor con la juventud y se considera que, con el paso del tiempo, la experiencia y la llegada de eso que denominamos “madurez”, hay que ir adquiriendo una “gravedad vital”, ya que la vida es una cosa seria.
Nunca he estado de acuerdo con esta visión. Primero porque va en contra de mi forma espontánea de ser y de actuar. Y, segundo, porque los hechos me han demostrado a lo largo de mi trayectoria profesional que las cosas no empeoran porque uno se las tome con humor e ironía. Todo lo contrario.
Los beneficios de liderar con sentido del humor
Es lógico que con este marco de referencia me haya encantado el libro de Sergio de la Calle, “Lidera con sentido del humor”, de Plataforma Empresa. A lo largo de sus páginas defiende esta filosofía de trabajo de forma brillante, con el soporte de multitud de evidencias científicas y anécdotas.
Y, aunque trate sobre el sentido del humor, es un libro muy serio. Divertido y serio (tenemos que ir aprendiendo a discriminar los términos). Cada afirmación del libro se basa en hechos contrastados y estudios de diversos ámbitos, que ayudan a poner en valor el humor como una herramienta clave para la gestión de equipos. Imprescindible, podría decirse. Los beneficios van desde la mejora del aprendizaje o de la creatividad a una mejor gestión de los conflictos y la reducción del estrés de los equipos.
Optimismo, que no “graciosismo”
Pero, como en otras muchas cosas en la vida, tampoco en el humor todo vale. Esos límites del humor o del ‘graciosismo’ son importantes. No se trata de contar chistes, sino de tener una visión optimista de la vida y las situaciones profesionales, de buscar el elemento irónico o simpático en las cosas que pasan alrededor y erradicar el malhumor como herramienta de filtrado de la realidad. Tomar decisiones bajo la lupa del malhumor no conduce a buen puerto.
Sergio da consejos y ejemplos para modular los momentos y ritmos en los que se pueden introducir elementos que realmente distiendan la situación y ayuden a reducir la hostilidad. Y es que reducir la actitud hostil dentro de un grupo de trabajo mejora el rendimiento del equipo. Qué cosa más evidente, ¿verdad? Considerar que a pesar de que una situación sea grave se puede actuar sobre ella, mejora la productividad del equipo. Ver al líder confiado y relajado aún en situaciones complejas, mejora también ese rendimiento. Los beneficios no paran de aparecer a lo largo del libro.
Un humor auténtico y genuino
Pero, al igual que con otros aspectos de mejora y crecimiento personal, nos encontramos con un ‘problemilla’: la necesidad de que ese sentido del humor sea auténtico. Quizá es más fácil fingir ser una persona arisca y malencarada que una persona relajada e irónica, o al menos eso nos puede llegar a parecer. La demostración externa del sentido del humor es algo que debe nacer en el interior, que debe vivirse. Es necesario que sea algo genuino para que no se convierta en cinismo o crueldad irónico-agresiva. Hay que trabajarlo desde dentro.
Un libro sobre el sentido del humor para los que no lo tienen
¿Y cómo puede hacer alguien que realmente no tiene ese toque de sentido del humor, sobre todo cuando sobrevuelan nubarrones? Pues bien, el libro es quizá especialmente para ellos. La segunda parte permite trabajar de forma introspectiva el sentido del humor y, a la vez, presenta técnicas y ejemplos que se pueden utilizar para ir poco a poco desarrollando esta habilidad. Como cualquier otra, podemos hacer que crezca o se oxide, en función de cómo nos planteemos cada día de trabajo.
Reírse de uno mismo
Muchos de vosotros cuando lo leáis diréis: “¡Uffff! ¡Este libro lo tendría que leer mi jef@!”. Bien. Ya tenéis regalo de Navidad para él/ella. Pero no vale tirar balones fuera. El humor, como la caridad, empieza por uno mismo. Todos nosotros nos sentimos cargados de razones para enfadarnos con situaciones que objetivamente son negativas. Una buena forma de empezar es relativizar lo que nos pasa, sobre todo si no podemos hacer nada por cambiarlo. Hay que dejar de cargar la balanza sobre el autocompadecimiento para salir de nosotros mismos y ver lo que nos ocurre con perspectiva. El reírse de uno mismo subyace en todo el libro. Por cierto, calvos del mundo, si queréis ver cómo se lleva la alopecia con elegancia, os recomiendo leer a Sergio.
Como queda patente a lo largo de estas líneas, no existe un sentido del humor profesional y otro personal. Somos unicidad en todos nuestros aspectos de la vida. En este sentido, el libro referencia diversos ejemplos y consejos también para entornos más allá del mundo laboral. Entra en campos como la enfermedad y la muerte, que no dejan de ser los más serios a los que podemos enfrentarnos. Sin embargo, desterrar el sentido del humor en ellos no arregla absolutamente nada.
Quiero dar la enhorabuena a Sergio por haber tratado con tanta amenidad, seriedad, simpatía y profesionalidad esta habilidad tan denostada. Recomiendo el libro a todo aquel que se enfrente a situaciones complejas, ya sea en su vida personal o profesional, sobre todo si lidera equipos. Y si alguien no se enfrenta a situaciones complejas, por favor que contacte conmigo y me explique cómo lo hace.
Imagen: Rawpixel Ltd
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