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A la hora de analizar el rendimiento de una compañía uno de los indicadores más utilizados es el EBITDA (son las siglas en inglés de Ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización). Permite saber si la compañía está siendo capaz de generar más ingresos que gastos operativos.
Si nos fijamos en el ETIBDA de una organización y dejamos el resto de indicadores de lado a priori podría parecer que un resultado positivo es señal de una buena salud pero ¿es así realmente?
El papel del EBITDA según el objetivo de la compañía
El primer paso es conocer el plan de negocio de la startup y qué papel juega el EBITDA en dicho desarrollo. Las intenciones de los fundadores de una startup en el momento de su creación pueden ser diversas y más o menos ambiciosas. Algunos ejemplos: conseguir una venta exitosa en un determinado periodo de tiempo, alcanzar una determinada valoración, salir a Bolsa, desarrollar una tecnología inexistente, dedicarse a algo que les apasiona…
Las startups que tienen objetivos que no requieren que la compañía crezca rápidamente no necesitan sufrir innecesariamente con un EBITDA negativo. Eso muy probablemente estará creando problemas de caja.
Pero si el objetivo es ambicioso en términos de crecimiento, el tiempo es un factor muy importante. Tener un EBITDA positivo, en ese caso, puede ser síntoma de que la velocidad de crecimiento no está siendo tan rápida como podría si se consumieran las ganancias de una manera eficiente.
EBITDA positivo como señal de una falta de eficiencia
El hecho de que una compañía con objetivos muy ambiciosos ingrese más de lo que gasta puede significar que existe un cuello de botella en la gestión de los recursos. Y eso impide que los beneficios se reinviertan en el negocio.
Quizá signifique que es el momento de dar un paso adelante e incrementar el equipo, contratar perfiles con más experiencia, aumentar el gasto comercial… De esta manera se conseguirá una rentabilidad sobre el beneficio mayor de la que se logra al repartir dividendos a los socios.
El problema puede ser debido a que la dirección no tenga las capacidades o los recursos necesarios para desarrollar y ejecutar un plan de negocio que sea eficiente y optimice al máximo el crecimiento de la compañía.
Pérdida de la sensación de urgencia
Generar resultados positivos también puede provocar una peligrosa sensación de tranquilidad en los fundadores, que haga que se relajen y pierdan el “hambre” con el que arrancaron. Además, cuando una startup tiene un EBITDA negativo, una caja ajustada y necesita buscar financiación externa realiza una serie de esfuerzos tanto a nivel financiero como de negocio para conseguir seducir a fondos que inviertan en ellos. Estos esfuerzos son positivos para el crecimiento de la compañía-
El hecho de tener un EBITDA positivo y no necesitar buscar financiación en el mercado puede provocar que la startup se descuide y pierda la forma.
Un EBITDA negativo por una gestión inadecuada del presupuesto
No obstante, el hecho de tener un EBITDA negativo tampoco siempre es señal de que los recursos se estén aprovechando de una manera eficiente. Solo indica que se están consumiendo. Pero una gestión inadecuada del presupuesto puede suponer problemas mayores de los que genera el hecho de simplemente no consumirlo.
En resumen, el EBITDA es un gran indicador del rendimiento de una compañía pero su signo puede tener distintas lecturas en función del momento en el que se encuentre la startup y, en muchas ocasiones, indica que ¡es el momento de pisar el acelerador!
Imagen: EpicTop10.com
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