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Resiliencia es una palabra de moda. Sin embargo, se habla poco del esfuerzo y va a hacer mucha falta… También es clave el entusiasmo.
“Entusiasmo. Energía para el desarrollo del talento y liderazgo personal” es el título del primer libro de José Ramón Suárez. Jota -así le gusta que lo llamen- cree, como los antiguos griegos, que el entusiasmo mueve el mundo. Pero los primeros lo veían como un don del cielo y él considera que nuestro recurso personal más valioso se puede trabajar.
-Resulta curioso que hayas escrito “Entusiasmo” en plena pandemia y el libro empiece relatando unos ataques de estrés y ansiedad recurrentes que tenías…
Perdí mi reto del equilibrio personal y laboral y tuve que mirar hacia atrás para ver hacia adelante. Empecé mi segunda vida al tomar consciencia de que solo tenemos una. Entendí entonces que necesitaba coger las riendas de mi existencia para autoliderarme. Y he querido dejar por escrito aquello que me funcionó con el máximo rigor y admiración por los autores y publicaciones que he analizado.
-Escribes del entusiasmo como ingrediente clave de la excelencia y el éxito personal y profesional. ¿Es imposible llegar a ninguna meta sin él?
Creo que no se llega a ninguna meta sin entusiasmo. La fuerza de voluntad es como un río que en una orilla tiene a la disciplina y la perseverancia y, en la otra, a la motivación y la ilusión. Y el puente se cruza con entusiasmo, es la energía necesaria para ello.
El éxito viene determinado por la capacidad de los individuos para adaptarse al cambio y por su disposición a responsabilizarse del desarrollo personal y profesional de su carrera para sacar su máximo potencial. El entusiasmo es el motor del aprendizaje y éste del desarrollo del talento.
-En tu libro afirmas que no hay talento sin emociones, ¿puedes profundizar en ello?
El entusiasmo es una de las más apasionantes e intensas emociones positivas, ésas que amplían nuestros recursos intelectuales y físicos. Y el talento solo se puede desarrollar con mentalidad de crecimiento. Se construye con deseo de aprender, esfuerzo, persistencia y la aceptación de nuevos retos.
-¿El entusiasmo es condición sine qua non de un buen líder?
Por supuesto. El líder tiene la tarea fundamental de despertar los sentimientos positivos de sus colaboradores y el entusiasmo es uno de ellos. Contribuye a crear el clima propicio para que las personas se desarrollen y saquen lo mejor de sí mismas.
Según Daniel Goleman, el cociente intelectual y las destrezas técnicas son importantes, pero la inteligencia emocional es la condición sine qua non del liderazgo. Como estudioso del liderazgo he tenido ocasión de comprobar con mis equipos lo que recalcaba Warren Bennis (uno de los pioneros en liderazgo): los líderes apasionados descorchan entusiasmo y empapan de energía al resto de las personas que están dispuestas a darlo todo por alcanzar las metas.
De ahí que yo defina liderazgo como: “Talento para influir y llevar a los equipos con entusiasmo a un objetivo común”.
-¿Es el entusiasmo una de esas habilidades blandas diferenciales de las que tanto se habla?
Para mí la inteligencia emocional, que incluye el entusiasmo, es una habilidad blanda. En el libro lo llamo “iEntusiasmo”. Incluso diría que es una aptitud maestra para la vida, un estímulo para el éxito, como el optimismo. Quien piensa que fracasará antes de iniciar un proyecto, seguro que lo hace. Debemos ponernos en #ModoEntusiasmo, #ModoAprendizaje y #ModoEntrenamiento.
-¿Cuáles son las características de una persona entusiasta?
Las personas entusiastas son emocionalmente inteligentes, responsables, transmiten confianza, compromiso, pasión, alegría y optimismo. Son auténticas, es decir, actúan de forma coherente con sus sentimientos e ideales. Además son creativas, proactivas y autoeficaces, Asumen el control de su vida y confían en sus capacidades y habilidades para llegar a su meta. Por supuesto también son aprendices permanentes.
-¿El entusiasmo es un don, se contagia, se trata de un hábito…?
Es un sentimiento que se contagia. También un hábito, esto es, un comportamiento que puede entrenarse. Es posible tomar consciencia de que si nos embarga una emoción negativa debemos movilizarnos para cambiarla a positiva. Eso sí, no hay recetas mágicas. Solo esfuerzo y trabajo duro. Para crear un hábito es necesaria la disciplina, detrás de la cual late la pasión.
-La psicología positiva como manual de autoayuda o método mágico para alcanzar la felicidad está siendo denostada en los últimos tiempos, ¿con qué tenemos que quedarnos de ella?
Efectivamente, ha sido objeto de ataques apasionados. Se ha cuestionado su novedad, su alcance científico, sus intenciones e incluso la honestidad de sus seguidores. Además, se ha puesto en duda que la psicología en su conjunto se ocupe de temas como el bienestar humano.
Pero Martin Seligman, Mihaly Csikszentmihalyi, Ed Diener, Barbara Fredrickson, Sonja Lyubomirsky, Chris Peterson o Daniel Kahneman ahondan en el estudio de las emociones positivas desde un punto científico y riguroso para tratar de averiguar qué procesos, dinámicas y situaciones pueden impactar más en la salud, el rendimiento y nuestra satisfacción general con la vida.
Seligman, como pionero, explica que la felicidad depende de una combinación de factores que llama “fortalezas del carácter”, los rasgos positivos psicológicos que nos hacen felices como humanos. La felicidad se construye en base a tres dimensiones (vida placentera, construir una buena vida y una vida significativa). Y afirma que “la psicología no sólo se centra en los comportamientos no saludables. Los psicólogos trabajan para ayudar a las personas a construir fortalezas en muchos otros dominios, también en el trabajo.
-¿Crees que falta entusiasmo en las organizaciones?, ¿cómo se puede recuperar?
Creo que falta y puede solventarse con “compromiso recíproco”. El entusiasmo “también se cultiva y se recarga”. Si el paso del tiempo o las circunstancias hacen que baje el ímpetu de los empleados, las organizaciones deben dar alicientes: conciliación, flexibilidad, reconocimiento, progresión profesional, mejor clima laboral, etc.
Estoy convencido de que lo que funciona en el ámbito individual lo hace en una organización.
Imagen: geralt/pixabay
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