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Ya no hace falta ser el profesor Lidenbrock para adentrarse por la chimenea de un volcán y viajar al centro de la Tierra (Viaje al centro de la Tierra, Julio Verne, 1864). Hoy en día, los avances tecnológicos nos permiten realizar este viaje de forma segura y sin trajes térmicos.
Los volcanes son manifestaciones externas de lo que está ocurriendo en el centro de la Tierra. Es muy importante observar la evolución de un volcán para predecir su comportamiento. Según un informe elaborado por la asociación internacional Global Volcano Model, los avances tecnológicos aplicados a la vulcanología han permitido salvar unas 50.000 vidas a lo largo del último siglo.
Durante la erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma afortunadamente no ha habido que lamentar pérdidas humanas, pero las coladas de lava han causado pérdidas que el Gobierno canario cifra por encima de los 400 millones de euros.
Predicción volcánica
Anticipar una erupción volcánica y pronosticar su evolución permite salvar vidas y mitigar el impacto económico y medioambiental.
El proceso de predicción volcánica se divide en tres fases:
- Recogida de la información
- Transmisión y almacenamiento de los datos
- Interpretación de dichos datos
Recogida de datos heterogéneos de distintas fuentes
La información que proporciona un volcán se obtiene de diversas fuentes. Estamos hablando de una ingente cantidad de datos heterogéneos y de diferente naturaleza.
Las redes de sismómetros permiten medir la intensidad, profundidad y duración de los movimientos telúricos, lo que se conoce como el “tremor volcánico”. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha instalado en la isla de La Palma una tecnología de sensores que permite “reutilizar” el cableado de fibra óptica existente a modo de red de sensores sísmicos.
Por otro lado, y como parte del programa Copérnico de la Agencia Espacial Europea (ESA), la pareja de satélites Sentinel 2 miden al milímetro la deformación del terreno y envían información cartográfica sobre la evolución de las coladas y sobre el avance de la fajana (terreno ganado al océano por el magma).
Los drones que sobrevuelan constantemente el volcán de Cumbre Vieja obtienen imágenes a menor altitud y más precisas.
Las redes de sensores de gas miden la concentración de las emisiones de SO2 (dióxido de azufre) y CO2 (dióxido de carbono).
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Redes de comunicaciones, IoT y cloud para la transmisión y almacenamiento de los datos
La segunda fase en el proceso de predicción volcánica consiste en la transmisión y almacenamiento de la información para su posterior análisis.
La isla de La Palma se encuentra conectada a Internet mediante tres cables submarinos de Telefónica, que no corren peligro pues la conexión se realiza desde Santa Cruz de La Palma, en la vertiente opuesta a la del volcán. Por el momento, las comunicaciones por satélite no se han visto afectadas pues el nivel de cenizas es moderado y los vientos alisios (vientos del nordeste) alejan la nube volcánica de la isla. Además, Telefónica ha instalado cinco unidades móviles para fortalecer las capacidades del servicio de transmisión de voz y datos.
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La enorme cantidad de información recopilada se transmite a través de estas redes de comunicaciones, gracias a las soluciones de IoT. Tras conectarse, los sensores envían la información recogida al centro de datos para su posterior análisis.
Las bases de datos en la nube constituyen la mejor solución para almacenar tanto la información basada en secuencias temporales (movimientos sísmicos, temperatura, gases, etc.) como los datos de tipo objeto (fotografía, cartografía, etc.).
Big data e inteligencia artificial para el procesado de datos y la predicción
Por último, queda la interpretación de dichos datos. En esta fase de procesado de la información y predicción la tecnología desempeña un papel primordial. Los avances en big data e inteligencia artificial permiten automatizar el análisis de todos estos datos.
La inteligencia artificial aplicada a la vulcanología utiliza algoritmos de predicción basados en redes neuronales. Estos modelos matemáticos se entrenan a partir de los datos de otros volcanes. Como si del cerebro de un niño se tratase, las redes neuronales “aprenden” con información. Si la erupción de un volcán similar al de La Palma se apagó en un número determinado de días, la probabilidad de que así suceda en Cumbre Vieja será elevada. El problema reside en que para obtener un modelo predictivo fiable se necesitan series históricas de muchos volcanes con un comportamiento similar al de La Palma.
Quizá la aplicación de la tecnología nos ayude a atisbar cuando «se apagará» el volcán de Cumbre Vieja. Por desgracia parece que todavía le queda mucha vida.
Imagen: Rayco
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