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Generalmente, cuando se habla de empleo, casi nadie repara en la enorme cantidad de trabajos que están directa o indirectamente relacionados con el mar. Los primeros que se nos ocurren son el turismo de costa, el comercio marítimo y la pesca. Pero hay muchos más que se incluyen en la denominada economía azul o blue economy.
Según el informe Empowering the blue magic, elaborado por la Chief Investment Office del Deutsche Bank, los mares representan la octava economía del planeta. Generan miles de millones de dólares en bienes y servicios.
¿Pero qué hay además del turismo, la pesca y el comercio? Mucha gente desconoce los beneficios que produce el mar en el medioambiente. Los océanos son una de las principales vías para reducir y suprimir el dióxido de carbono (CO2) producido por el hombre que se queda en la atmósfera. Esto incide en la salud del planeta y en la economía de muchos hogares.
Las masas de agua salada dan trabajo a millones de ciudadanos en la Unión Europea. Concretamente, en España, hasta un 18,40 por ciento de la población activa depende de la economía azul, fundamentalmente del turismo costero.
Profesiones en auge relacionadas con el mar
La contaminación de los mares, sobre todo por los plásticos y microplásticos, repercute en los organismos vivos: en su merma y también en su progresivo deterioro, hasta que dejan de ser aptos para el consumo. La reducción continua de los recursos naturales de mares, océanos y ríos plantea un escenario nada halagüeño: no podrán abastecer a los 9.700 millones de habitantes que previsiblemente tendrá la Tierra en el año 2050.
Como dijo el famoso biólogo marino Jacques Cousteau, “tenemos que dejar de ser cazadores en el mar para ser agricultores y granjeros, porque eso es la civilización”. Solo así podremos dejar de agotar los recursos de un planeta cada vez más exhausto.
Acuicultura sostenible
Los expertos aseguran que dos tercios del pescado que consumiremos en 2030 procederá de la acuicultura. Pero no se trata solo de producir y criar animales para obtener alimentos. Las algas tienen mucha más importancia de la que imaginamos. Siempre pensamos en su aplicación a la industria farmacéutica y los cosméticos, pero también se emplean para fabricar fertilizantes, forman parte del anticongelante de los coches, de algunas pinturas e incluso de los helados y embutidos. Su aplicación es cada vez mayor, porque su potencial es enorme.
Biotecnología marina
La biotecnología marina está cobrando un peso cada vez mayor en la industria, tanto por su contribución a la producción sana de alimentos, como a la reducción del impacto medioambiental. Consiste en utilizar la biología marina y de agua dulce para obtener alimentos, cosméticos, medicamentos y biocombustibles que no emitan CO2.
Una de las aplicaciones de la biotecnología, la biorremediación, también vive su época dorada. Gracias a la utilización de organismos vivos (hongos, plantas o las enzimas derivadas de ellos), es posible absorber o transformar los elementos contaminantes y atenuar su efecto en el agua, el aire y el suelo, devolviendo a estos a su condición natural.
Generación de energía eólica
Por último, otro de los campos relacionados con la economía azul que más están contribuyendo a la generación de empleo y a la salud del planeta es la instalación de generadores eólicos. La necesidad de producir energías renovables ha encontrado un buen caldo de cultivo en la combinación del mar y los continuos vientos. La Unión Europea es uno de los mayores inversores del mundo en este ámbito.
Patentes españolas
Mientras que a principios del siglo XXI se investigaban sobre todo las energías relacionadas con combustibles fósiles, hace apenas un lustro se duplicó el número de invenciones centradas en las energías limpias y renovables.
Y en esto España tiene mucho que decir, porque es el noveno país de Europa y el decimoquinto del mundo que más contribuye con patentes a este campo.
Según datos difundidos por la Oficina Europea de Patentes y por la Agencia Internacional de la Energía, nuestro país lidera los inventos y la presentación de patentes relacionados con las energías bajas en carbono, como son la solar térmica, la solar fotovoltaica, la eólica y la oceánica.
La apuesta por energías renovables
Aunque no forma parte de la economía azul pero sí de las energías renovables, destacamos un invento español, la turbina eólica sin aspas, desarrollada por la startup Vortex Bladeless, afincada en Ávila.
Saltó a los titulares por lo novedoso de su proyecto: un aerogenerador sin palas que entra en resonancia con el viento y empieza a oscilar. Su interior está diseñado para convertir la energía mecánica en eléctrica a través de un sistema de alternadores.
Produce menos energía que las turbinas con aspas pero, entre sus ventajas, destacan su menor coste, la reducción del impacto ecológico (apenas hace ruido y no supone un peligro para las aves migratorias) y la posibilidad de instalar más unidades en el mismo espacio.
Estamos asistiendo a una auténtica revolución en el campo de la energía eólica. Sin embargo, los resultados obtenidos aún no son lo suficientemente prometedores como para hablar de una sustitución de energías fósiles por renovables, sino solo de un complemento.
Más empleo por las energías alternativas
En cualquier caso, nos quedamos con el dato más positivo. Según uno de los últimos informes del GWEC (Global Wind Energy Council), en los próximos cinco años la energía eólica puede crear más de 3,3 millones de nuevos empleos directos. Y España es uno de los once países en los que más puestos se crearán.
Por ello, deberemos estar atentos a las próximas inversiones y descubrimientos, todos ellos encaminados a alcanzar el objetivo europeo de emisiones cero netas en 2050 y la búsqueda de energías alternativas. Seguramente llevarán aparejado también un aumento de la contratación y el empleo.
Imagen de Norma Contreras en Unsplash
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